Reúne los manuscritos que estuvieron adheridos sobre el reverso de un pequeño mueble, a manera de un collage (conocidos como los Cuadernos del ropero), además de las imágenes digitales de casi medio centenar de cuadernos que pertenecieron a Luis Hernández y que se consiguieron como préstamo de distintas personas vinculadas al poeta, para la exposición que se realizó en el año 2000. Poemarios de Luis Hernández, bibliografía sobre el poeta en artículos, libros y periódicos, reproducciones digitales de fotografías, entre otros documentos, forman también parte de la colección. Ella ofrece a los investigadores una fuente valiosa de información y es un aporte a la conservación de la obra de este importante poeta peruano.
La colección se inició a principios del año 2000 con la adquisición de un conjunto de manuscritos de este poeta, conocidos como los Cuadernos del ropero. Fueron la raíz de una exposición que se enriqueció con el préstamo de casi medio centenar de cuadernos, que, por esa época, Rafael Hernández, sobrino del poeta, había reunido de diferentes personas para la Bienal de Lima de 1999.
El resguardo de los originales de Luis Hernández constituía un problema urgente pues, no obstante la trascendencia de este poeta, sus textos distan aún de haber sido suficientemente editados y sus originales se hallan dispersos entre diversas personas con el consiguiente riesgo que ello entraña. Estas condiciones propiciaron que el Sistema de Bibliotecas solicitase y obtuviera de los familiares la autorización para digitalizar esos documentos y así poder conservar virtualmente este rico legado en peligro de perderse.
Luis Hernández (1941-1977), considerado uno de los mayores poetas de su generación, llegó a publicar en vida solo un trío de breves poemarios a principios de la década de 1960. A partir de 1965 optó por un sistema de creación muy distinto que consistía en crear cuadernos artesanalmente, con variados y cuidadosos recursos gráficos, e ir regalándolos desaprensivamente, cual muestras de un arte efímero que no condescendía a la edición y quizá tampoco a la lectura.